sábado, 27 de febrero de 2016

Oh Pep!, pop fresco desde Australia



Oh Pep! podría ser perfectamente el título de una canción de Manel, pero en este caso no tiene nada que ver con el grupo catalán ni con su lengua. Es el nombre de una banda australiana liderada por dos chicas: Olivia Hally (guitarra y voz) y Pepita Emmerichs (violín y mandolina). ¿Para qué pensar un nombre si podemos construir uno uniendo letras de los nuestros? Pues eso precisamente han hecho ellas, además de deleitarnos con su pop-folk y sus canciones vitalistas y muy cuidadas en cuanto a arreglos. 

Sus dos primeros EPs los tienen en bandcamp, y el tercero, Living (2015), que salió el pasado agosto, también está en Spotify. Han pasado ya por los estudios de KEXP y también han grabado los Tiny Desk Concerts de NPR, así que llevan la etiqueta de "joven promesa" puesta. 

El que fue el single y su canción más conocida es The race y la verdad es que a mí se me van los pies al escucharla. Me recuerda bastante al temazo Jungle drum de Emiliana Torrini. Os dejo con ella:



Acabé la última Rayuela Musical Radio hablando de ellas, a partir del 77:23.

martes, 23 de febrero de 2016

Glen Hansard - Sala Barts (19-02-16)


¿Qué sucede cuando ves a uno de tus artistas preferidos por sexta vez y desde la primera siempre le has puesto un 10? Pues eso mismo os voy a responder con esta crónica. 

El concierto de ayer de Glen Hansard en la Sala Barts fue, objetivamente, de matrícula de honor. Es un genio, y con diez músicos (¡y qué músicos!) encima del escenario, la polivalencia está asegurada. Sección de cuerdas y de vientos para los arreglos orquestrales que caracterizan sus canciones, piano de cola para una pianista con voz dulce (y muy joven) para no olvidarnos de Marketa Irglova y The Swell Season, y un bajista, baterista y guitarrista que lo acompañan desde hace, por lo menos, ocho años (que es cuando yo los conocí en aquel concierto memorable del Primavera Sound 2008). La interpretación de todos ellos es impecable y dominan a la perfección los cambios de intensidad, una de las características que tienen la mayoría de cantautores folk que me gustan.  

A todo este escenario, hay que añadirle la versatilidad del irlandés, que incluye, entre otras cosas, empezar el concierto a capella, subirse al segundo piso de butacas a cantar uno de mis temas preferidos de él (Say it to me now), versionar el Passing through de Leonard Cohen o invitar a su trombonista a hacer un dúo con él. Todo ello sin olvidar la conexión con el público, haciéndonos participar y contándonos la historia de algunas canciones, e incluso aceptando la petición de una chica de la primera fila para cantar con él el Falling slowly

¿Qué más se puede pedir?, os preguntaréis. Pues, o me he convertido en una persona muy exigente con los directos, o necesito hacer "barbecho de conciertos" para resetear todas estas sensaciones. Y es que puedo afirmar que, desde el punto de vista más emocional de mi experiencia, Glen Hansard no me sorprendió ayer. Las otras cinco veces ya le había visto cantar a capella, entre el público o haciendo versiones con la banda. La naturalidad con los músicos que lo acompañan lleva a pensar que hay muchos momentos de improvisación, pero después de 6 conciertos, ya no me "engaña". Ya conozco todas sus cualidades y sé que como músico tiene todas las que yo le pido a un artista. De hecho, en 2013, superó en mi lista de mejores conciertos a Damien Rice. Pero, llegados a este punto, necesito algo más. La mejor droga ya no me pone suficiente, necesito la sobredosis definitiva que no me permita volver. Eso, o quitarme para siempre. 


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Con motivo de su visita a Barcelona, Glen Hansard fue uno de los artistas que recomendé en la pasada Rayuela Musical Radio. El día del concierto coincidió con la publicación de A season on the line (2016), un nuevo EP de cuatro canciones inéditas. Dos de ellas grabadas con toda la banda que lo acompañó durante la gira de otoño y otras dos, descartes de las sesiones de grabación acústicas del LP. 

Pasó algo muy curioso cuando Hansard anunció la salida del EP y enseñó la portada: Las redes sociales se llenaron de preguntas para saber si la ilustración era obra de Damien Rice y surgieron rumores de si estaban colaborando, ya que el dibujo se parece muchísimo al artwork que el irlandés usó en sus primeros discos. En cuanto Glen publicó el vídeo del adelanto en youtube, se desvaneció la ilusión al leer los créditos, en los que se nombra a Richard Hansard (imagino que su hermano) como autor del retrato. Precisamente ese primer tema, que lleva el mismo título que el disco que publicó el año pasado, Didn't he ramble (2015), es el que escogí para que sonara en la radio (a partir del minuto 59:31)

Os dejo con ella en directo, en su versión acústica;

miércoles, 17 de febrero de 2016

Julien Baker


Esta chica de aspecto adolescente se llama Julien Baker y con sólo 20 años publicó el pasado octubre, su álbum de debut. Fue grabado en el estudio de Matthew E White, donde también grabó Natalie Prass su primer LP. 

Sprained Ankle (2015) son nueve canciones, en las que su voz es la protagonista y no necesita muchos instrumentos para adornarla. Treinta y tres minutos de sensibilidad que recuerda en ocasiones a Daugther o a la también jovencísima SOAK. Acompañada de su guitarra excepto en el tema que cierra el disco, que se atreve con el piano, esta joven cantautora trata temas, en sus letras, que no entienden de edad. Rejoice es una de mis canciones preferidas del disco. Me encanta la última estrofa en la que empieza a gritar rozando el gallo.

Julien Baker estará el viernes 3 de junio dentro de la programación del Primavera Sound en salas. Podéis haceros una idea de cómo suena en directo, escuchando en spotify Julien Baker on Audiotree Live (2015).


Podéis escucharme hablar de ella a partir del 01:12:48 del siguiente podcast:

lunes, 15 de febrero de 2016

David Ramirez


David Ramirez es un cantautor de Austin que, aunque yo lo conocí hace relativamente poco (en 2011), lleva desde 2003 publicando discos a buen ritmo. Bajo la influencia de Ryan Adams y Bob Dylan tuvo una primera época de tres álbumes con banda y en 2008 se pasó a la vida en acústico, con tres EPs y dos LP en seis años.

Después de acompañar de telonero en solitario a artistas como Noah Gundersen, Gregory Alan Isakov, Shakey Graves y Joe Pug, le ha entrado la morriña de las giras con banda y quiere volver a disfrutar de todas las cosas buenas que ello conlleva. Así que en agosto de 2015, firmó su retorno con Fables (2016), que hasta enero de este año no ha estado disponible aquí en España. El disco lo ha producido su amigo Noah Gundersen y en las tres primeras canciones no se aprecia demasiado la mano del de Seattle, pero a partir de Rock and a Hard Place, el que conoce la música de Gundersen, verá claramente que ha dejado su marca. 

David Ramirez es un maestro de las letras y la mejor muestra de ello es Harder to lie, en la que se confiesa abiertamente y cuenta sus errores, su lado oscuro, pero sin victimismo. Habla de aprender y crecer a nivel personal al reconocer haber actuado mal. En su caso, además, hay alguien a su lado que le escucha y está ahí para salvarle de caer en el pozo de la autodestrucción. Curiosamente, en la letra hay una frase que dice “Trying to make you think I was a better man than I was”, que recuerda mucho a una expresión que Noah Gundersen usa en su canción Ledges: “Trying to be a better man (for you)”.
Antes del tema que cierra el disco, Ramirez muestra su lado más rockero, para acabarlo con todo el potencial de su vozarrón, que en los graves se acerca muchísimo al de Sean Rowe

Como no ha tocado nunca en nuestro país, he enviado la propuesta a la plataforma Cooncert. Si mucha gente se suma a ella, el concierto entrará en fase de votación y como ha pasado otras veces, el concierto puede hacerse realidad. 

Escogí Rock and a Hard Place para que sonara en mi sección en la radio. Su videoclip encaja perfectamente con el tema, por su emotividad y por el papel de hombre desesperado que sufre en silencio que interpreta el actor Keir O’Donnell. El final tiene una pequeña “sorpresa” que confirma aquello de que a veces las apariencias engañan. Además es el primer videoclip en el que David Ramirez no es el protagonista (aunque aparece en una escena de camarero).


Podéis escuchar esta recomendación en formato radiofónico a partir del 1:06:02 del siguiente podcast:

domingo, 14 de febrero de 2016

The Tallest Man on Earth (Sala Barts, 10-02-16)


Si algún lector/a de este blog es fan del sueco Kristian Matsson, seguramente estuvo en alguno de los cuatro conciertos que el cantautor escandinavo dio en nuestro país para presentar su último disco. 
Yo estuve en el de la Sala Barts el pasado miércoles, porque aunque ya lo había visto varias veces, era la primera que tenía la oportunidad de disfrutar de él con banda. Así que no desaproveché la ocasión, a pesar de los 35 eurazos de la entrada. 

Quien me conoce, sabe que siento gran admiración por The Tallest Man on Earth desde la primera vez que lo vi en directo en el Primavera Sound de 2009. Tanta, que consiguió que, al año siguiente, fuera a Sidecar a mi primer concierto sola por volver a verle. Es de esos artistas que en disco quizás no te llama demasiado la atención, pero cuando los ves en directo, tienen un aura especial que luego está siempre presente al escuchar su música. Nunca me habían atraído tanto los movimientos de un cantante en el escenario hasta que lo vi a él, porque aunque seguramente sean gestos estudiados (en su último videoclip aparece bailando danza contemporánea), encajan a la perfección con su música y parecen tan orgánicos como ella. Precisamente, hablando de bailar, escogí para que sonara en mi sección en la radio (a partir del 00:53:42 de este podcast), la canción Slow dance, uno de los temas con más instrumentación de Dark Bird Is Home (2015), su último trabajo.

Fue un verdadero placer para los oídos, la vista y la emoción, asistir a su concierto en Barcelona. Un sonido impecable, un setlist de lujo (combinando canciones él solo con temas con banda) y una implicación absoluta en todas y cada una de las interpretaciones. Piensas que es un crack con la voz y la guitarra hasta que llega Little Nowhere Towns y se sienta al piano a tocarla. Entonces lo elevas a otra categoría superior y allí se queda para siempre. Y es que no es solo el dominio del fingerpicking, es que las dinámicas que consigue y los gestos con los que las acompaña, no pueden ser más alucinantes. Por no hablar de las frases que en el disco las canta y en directo las habla, para que todos entendamos lo que nos está contando. 

No se puede negar que los temas de Dark Bird is Home (2015) necesitan a la banda, pero él, sinceramente, creo que no. Tuve la sensación que sus canciones más nuevas sonaron más brillantes que en el disco, que los cuatro músicos estaban en todo momento presentes, pero siempre en un segundo plano, con Matsson un paso por delante en todos los sentidos. Siempre atento con ellos, eso sí, estirándose en el suelo durante el solo de pedal steel de uno de ellos, vibrando para que el público vibrara.
Se puede cambiar de guitarra en cada canción y llevar una afinación distinta en cada una de ellas, pero él, además, te convence de que tirar su púa por los aires al final de cada canción es la única manera de ser él mismo. Nunca un cierto grado de chulería me había parecido tan necesario para creerme la música de un artista. En definitiva, nunca creí que me enamoraría un poco más del hombre más alto del mundo.